"Queremos hablar de las crisis que afrontará en el mundo contemporáneo", señala Álvaro Sierra, médico y profesor del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana, que organiza el encuentro.
Es una institución que se ha mantenido como la base de la sociedad a pesar de los años, de los avances tecnológicos y hasta de los descalabros que han sufrido otras que le dan sustento, como el matrimonio.
La filósofa Claudia Carbonell explica que en una familia es normal que se presenten diversas crisis a lo largo de la vida: crisis de la pareja, crisis en la educación de los hijos, crisis económica.
"En todos estos casos, lo importante es si estos sucesos nos hacen más fuertes y nos dan un sentido renovado o si, por el contrario, terminan por destruirla", dice.
Agrega que de acuerdo con estudios recientes, la familia sigue siendo uno de los valores principales para los latinos, en el sentido clásico de aquella que tiene su origen en el matrimonio, y consta de los cónyuges y los hijos.
"Un buen modo de definirla es retomar la frase del filósofo español Rafael Alvira que dice que 'la familia es el lugar al que se vuelve'", señala.
Y explica que ese lugar no es físico, sino es donde siempre somos esperados y amados, no por nuestros logros o por nuestras cualidades, sino por ser quienes somos.
La institución familiar afronta una crisis profunda
Esto pasa con toda la cultura occidental, de acuerdo con Carbonell. "Pienso que hay que idear nuevas formas de revalorar la institución, que no pasan necesariamente por volver a modos antiguos de hacerlo".
Asegura que es en el seno de cada familia donde hay que empezar a construir una nueva forma de "hacer familia" y en ese sentido, de "ser familia".
Sierra, entre tanto, considera que las crisis (en el caso de la familia del futuro) deben ser entendidas como una posibilidad de cambio, que ofrece nuevas oportunidades a las personas y la sociedad.
"Crisis es aquello que va a morir y todavía no ha muerto y aquello que va a nacer pero no ha nacido. Es un momento concreto de la evolución en que lo que va a cambiar no ha cambiado pero está dando signos inequívocos de caducidad", explica Sierra.
Según sus investigaciones sobre el tema, en este momento aparecen signos de que esta era está cambiando y de que vienen cosas diferentes.
Ellos como estudiosos de la vida familiar, saben que es la familia la llamada a asimilar esos cambios y a asumirlos. "La familia es el entorno humano para asimilar y afrontar los cambios", finaliza.
Cuatro escenarios a enfrentar en familia
1. Un nuevo humanismo.
De preparar niños y jóvenes en ciencia y tecnología para que desempeñen un oficio, desde la familia se buscará un nuevo humanismo, para que las personas se conozcan también a sí mismas. "No podemos hacer de los hijos máquinas de producción, hay que enseñarles que ellos son los protagonistas del mundo", dice Sierra. No se debe sacar a los hijos prematuramente del núcleo familiar para meterlos al educativo. Hay que ampliar el tiempo de educación en casa para que tengan más bagaje familiar.
2. Respeto por la vejez.
Esa percepción errónea de la juventud como la época más maravillosa (y la única buena) del ser humano, debe cambiar desde la familia. Se ha institucionalizado el concepto de que tener calidad de vida es ser bello, joven y tener riqueza para comprar. Eso hace que los jóvenes tengan una percepción muy regular de la edad adulta y la vejez. En el futuro la gente debe entender que ninguna época de la vida debe ser más plena y placentera que la vejez, pues es un tiempo en que ya se puede disfrutar todo lo aprendido. En familia se deben fomentar esos valores.
3. Tiranía de las encuestas.
"Estamos bajo la tiranía de las estadísticas", dice Sierra. A la gente se le imponen estilos de vida con base en estadísticas. Una encuesta dice, por ejemplo, que en países como Estados Unidos el 50 por ciento de la gente se divorcia a los cinco años de matrimonio y entonces se trata de imponer eso como una pauta de vida. Y así con muchos temas. Las cosas se vuelven correctas si las hace la mayoría. En el futuro, también desde la familia, se debe eliminar esa tiranía de las estadísticas, para que las personas sean libres y soberanas de decidir lo que les parece correcto o incorrecto.
4. Ser más que parecer.
Vivimos una cultura donde es más interesante parecer que ser, eso se comprueba con la moda de la cirugía plástica y el deseo de la gente por aparentar. Se debe lograr que las personas sean más auténticas y aparenten menos, que se sientan a gusto con lo que son, que la moda no sea una tiranía. En el tema de las relaciones interpersonales la gente no tendría porque estar tratando de imitar a alguien, que es lo que se ve ahora; eso es una señal de mediocridad. La familia debe promover que las personas desarrollen su propia condición, estilo y forma de ser.
TATIANA MUNÉVAR B.
SUBEDITORA DE VIDA DE HOY
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Sigamos juntos construyendo puentes GENTE con GENTE.
William Requejo Orobio
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