lunes, 29 de septiembre de 2008

POR CÁNCER DE ÚTERO FALLECEN 33 MIL MUJERES EN LA REGIÓN

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Un estudio de la OPS revela que factores como el tabaquismo elevarían el riesgo.



Cada doce meses, 33 mil mujeres mueren por cáncer de cuello uterino en Latinoamérica y el Caribe. Es tan grave su incidencia, que esta enfermedad se ha convertido en la segunda causa más común de muerte debido a cáncer en las mujeres de la región. Se cree, además, que en un par de décadas, el número de fallecimientos por este mal será de 70 mil al año. Lo más desalentador es que es prevenible.


El desaliento continúa. La falta de atención adecuada hace que sea un problema realmente importante en países no desarrollados. Para ejemplo dos extremos reales: en Estados Unidos la incidencia de muertes por cáncer de cuello uterino es de 2,5% y en Haití, de 49%. La sobrevivencia puede depender de un tratamiento adecuado de lesiones diagnosticadas temprano y del suministro de la vacuna a tiempo: el mejor momento es justo después de la primera menstruación.


Para la Organización Panamericana de la Salud lo más alarmante es el crecimiento exponencial que registra este tipo de cáncer. Desde hace 15 años se encuentra realizando un estudio sobre la enfermedad en Latinoamérica y el Caribe, con apoyo del Instituto de Vacunas Albert Sabin, de Washington; el Centro para Control y Prevención de Enfermedades, de Atlanta; la Facultad de Salud Pública de Harvard y el Instituto Catalán de Oncología. Los resultados fueron presentados esta semana en Ciudad de México.


Una de las novedades del informe es que ya no se considera al Virus de Papiloma Humano (VPH) como único causante de cáncer de cuello uterino. Según revelaron "estudios epidemiológicos y microbiológicos han demostrado que, dado que la infección por VPH es muy común y la mayoría desaparece en dos años, se considera que otros factores contribuyen al desarrollo del cáncer". Estos serían el hábito de fumar, el consumo prolongado de anticonceptivos orales, deficiencias en la nutrición, factores genéticos e infecciones de transmisión sexual.


"Este nuevo análisis de 15 años de investigación sobre el VPH en Latinoamérica y el Caribe es la primera evaluación exhaustiva en esta zona del mundo. El análisis indica que el virus es más común de lo que se creía, y si no se interviene con fuerza, se registrará un incremento sustancial del número de muertes de cáncer de cuello de útero. Este informe debería convencer a las autoridades de sanidad de cada país para que hagan de la lucha contra el cáncer de cuello de útero una prioridad nacional", dijo Ciro de Quadros, del Instituto Albert Sabin.


GIULIANA CHIAPPE. EL UNIVERSAL.


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William Requejo Orobio



martes, 23 de septiembre de 2008

El tamaño es el problema


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La gente tiende a pensar que las instituciones estatales no funcionan porque quienes las manejan son unos incompetentes. Aciertan -en parte- pero los criterios de calidad van más allá de las manos de quienes están a cargo de las instituciones estatales.


Como las manejan incompetentes –dice la gente- entonces hay que traer nuevos funcionarios, más honrados y eficaces, que sepan hacer su trabajo. Y, año tras año, buscan al funcionario perfecto, pero éste no llega. Asimismo, se cree, al Estado hay que hacerlo más eficiente, aunque nunca se piensa en que hay que hacerlo más pequeño.





La eficacia y calidad de un servicio privado dependen indistintamente del mercado en el que se desenvuelve dicho servicio. El Estado, por el contrario, para ser eficiente cobra impuestos y para dar un mejor servicio contrata a más funcionarios, y éstos le cobran su sueldo al contribuyente. Pero las empresas, así en manos del Estado, siguen siendo ineficaces, entonces el gobierno por inercia, cobra más impuestos. Y la gente, aún así, no ve los resultados.





El mercado se acaba donde empieza el Estado. Y el Estado intenta imitar al mercado para ser eficaz, coaccionando al pueblo; y como no es perfecto, tiende al parasitismo.





El mercado sí es perfecto. El precio de un bien viene determinado por las curvas de demanda y oferta. Si el consumidor no ve calidad, entonces el bien o servicio fracasa y gana la competencia. En el mercado todos buscan beneficios, desde el consumidor hasta el oferente del bien o servicio. El consumidor busca beneficios claros: quiere cosas mejores y que sean más baratas. El oferente busca beneficios bastante claros también: quiere producir un servicio económico y de calidad.





Este juego de oferta y demanda desemboca en un anhelo racional de calidad. Y la calidad no viene determinada únicamente por el producto, sino por la riqueza de los participantes.



El Estado no tiene competidores ni curvas, no busca la calidad de forma natural y no puede asumir los roles que le pertenecen al mercado: pero lo hace. Y por eso después sale la gente a la calle quejándose de la pobreza, la delincuencia y, sobre todo, la corrupción estatal, y se pasean con pancartas por avenidas mientras los nuevos ricos que supieron hacer mercado donde había Estado los miran desde arriba sonriendo.



Aún así la gente no ve la salida a los problemas, pero ésta es muy simple: en vez de buscar funcionarios que quieran asumir los roles del mercado desde la esfera estatal, la gente debe buscar funcionarios que quieran limitar el tamaño del Estado y que dejen en paz al mercado.





Decía Benjamín Franklin que nunca una nación se ha arruinado comerciando. En cambio el Estado es siempre la razón de los problemas nacionales. Y los políticos, equivocados, ensanchan su tamaño hasta más no poder, porque no saben; y como no saben cómo funciona el Estado, entonces tampoco saben manejar sus instituciones y por consiguiente los servicios son ineficientes y la corrupción es colosal. Las infraestructuras se caen a pedazos, hay delincuencia en las calles y la gente se queja de que “no hay justicia” porque el dinero del contribuyente no se destina a esas funciones y se va a las empresas del Estado, a los amigos de afuera –y los de adentro- y a las bocas hambrientas de millones de funcionarios, sus familias, amigos y compadres.





Y la gente sale nuevamente a la calle a buscar a un nuevo líder, democrático, bondadoso y respetuoso, que sepa manejar las instituciones que en 50 años nadie ha sabido manejar. Pero nadie sale a pedir un Estado más pequeño, un gobierno limitado y unos mercados más libres. Por eso hay pobreza.




Artículo sacado del blog de Oliver Laufer http://deje-hacer.blogspot.com/





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William Requejo Orobio

sábado, 20 de septiembre de 2008

Ni derecha ni izquierda

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En la mayoría de los países de América Latina, en las últimas décadas, han crecido la violencia y la delincuencia, en especial en los centros urbanos, sin que los gobiernos nacionales y locales hayan podido enfrentar de manera adecuada estas problemáticas que afectan el bienestar de los ciudadanos y la competitividad económica de los países y de las ciudades.




Cuando se creía que con la finalización de la "Guerra Fría", que privilegiaba la seguridad nacional, se pasaría a concentrar los esfuerzos hacia la seguridad de los ciudadanos, los gobiernos no han logrado avanzar en esta línea y se han quedado en los modelos tradicionales de represión del delito. Ni la tradicional derecha, ni los nuevos gobiernos democráticos de centro e izquierda han podido desarrollar políticas públicas integrales que den cuenta de la creciente violencia y delincuencia.




Los modelos actuales se mueven entre dos extremos, entre la derecha que privilegia la mano dura y la izquierda que considera que la seguridad es represión y que la violencia y la delincuencia tienen su origen en las condiciones de pobreza y que mientras no se acabe con esta situación es muy difícil reducir estas problemáticas. Esta última visión también la comparten algunos gobiernos democráticos de centro, quienes, para no comprometerse con el tema, han dejado la seguridad de los ciudadanos en manos de las instituciones armadas y de justicia y de manera aislada y con poco impacto trabajan algunas políticas preventivas.




Tanto unos como otros se han equivocado y los resultados saltan a la vista con el incremento de la inseguridad en la mayoría de los países y ciudades de América Latina, especialmente donde han gobernado la derecha y la izquierda, sin que existan políticas integrales que involucren programas y proyectos preventivos y de represión del delito. Se siguen equivocando los gobiernos que todavía creen que con solo "mano dura" o con políticas de reducción de la pobreza o solo programas preventivos pueden enfrentar los problemas de violencia y delincuencia. Está probado, a nivel municipal, que integrando la prevención con la represión, en el marco del Estado de Derecho, es posible tener buenos resultados en materia de seguridad ciudadana.




Desafortunadamente, la derecha y algunos gobiernos de centro siguen enfrentando los nuevos retos de la seguridad ciudadana, que van desde la delincuencia común hasta la delincuencia organizada y trasnacional, con la tradicional trilogía policía, justicia, cárcel y en algunos casos utilizando de manera inadecuada e ilegal a las fuerzas militares. Por otro lado, los nuevos gobiernos de izquierda privilegian las acciones preventivas, dejando de lado la gestión y administración de las instituciones de seguridad y justicia, instituciones que tradicionalmente las han visto como "represores del sistema"; una herencia de la "Guerra Fría" en donde gobernantes de izquierda e instituciones de seguridad y justicia todavía no se tienen confianza.




Se puede asegurar hoy que ningún gobierno nacional de América Latina tiene políticas públicas integrales de seguridad ciudadana y que en la mayoría de los casos gestionan este tema de manera tradicional en el inadecuado marco de la seguridad nacional, donde los organismos de seguridad y justicia son los que deciden qué hacer, sin la participación de las autoridades municipales.




Hacia el futuro, los gobiernos democráticos de izquierda, derecha y centro, nacionales y municipales, si quieren obtener resultados en este campo y reconocimiento político por su labor, deben comprender que la gestión de la seguridad requiere de una política integral, que independientemente de las ideologías haga compatible la prevención con la represión del delito, la "zanahoria" con el "garrote", para enfrentar los crecientes problemas de violencia y delincuencia. La seguridad no es ni de derecha, ni de izquierda; es un derecho ciudadano que deben garantizar los gobiernos, independientemente de las ideologías.


Hugo Acero Velásquez
Columnista de El Tiempo. Bogota. Colombia




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William Requejo Orobio

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La familia y el nuevo escenario que enfrentará

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"Queremos hablar de las crisis que afrontará en el mundo contemporáneo", señala Álvaro Sierra, médico y profesor del Instituto de la Familia de la Universidad de la Sabana, que organiza el encuentro.


Es una institución que se ha mantenido como la base de la sociedad a pesar de los años, de los avances tecnológicos y hasta de los descalabros que han sufrido otras que le dan sustento, como el matrimonio.


La filósofa Claudia Carbonell explica que en una familia es normal que se presenten diversas crisis a lo largo de la vida: crisis de la pareja, crisis en la educación de los hijos, crisis económica.


"En todos estos casos, lo importante es si estos sucesos nos hacen más fuertes y nos dan un sentido renovado o si, por el contrario, terminan por destruirla", dice.


Agrega que de acuerdo con estudios recientes, la familia sigue siendo uno de los valores principales para los latinos, en el sentido clásico de aquella que tiene su origen en el matrimonio, y consta de los cónyuges y los hijos.


"Un buen modo de definirla es retomar la frase del filósofo español Rafael Alvira que dice que 'la familia es el lugar al que se vuelve'", señala.


Y explica que ese lugar no es físico, sino es donde siempre somos esperados y amados, no por nuestros logros o por nuestras cualidades, sino por ser quienes somos.


La institución familiar afronta una crisis profunda


Esto pasa con toda la cultura occidental, de acuerdo con Carbonell. "Pienso que hay que idear nuevas formas de revalorar la institución, que no pasan necesariamente por volver a modos antiguos de hacerlo".


Asegura que es en el seno de cada familia donde hay que empezar a construir una nueva forma de "hacer familia" y en ese sentido, de "ser familia".


Sierra, entre tanto, considera que las crisis (en el caso de la familia del futuro) deben ser entendidas como una posibilidad de cambio, que ofrece nuevas oportunidades a las personas y la sociedad.


"Crisis es aquello que va a morir y todavía no ha muerto y aquello que va a nacer pero no ha nacido. Es un momento concreto de la evolución en que lo que va a cambiar no ha cambiado pero está dando signos inequívocos de caducidad", explica Sierra.


Según sus investigaciones sobre el tema, en este momento aparecen signos de que esta era está cambiando y de que vienen cosas diferentes.


Ellos como estudiosos de la vida familiar, saben que es la familia la llamada a asimilar esos cambios y a asumirlos. "La familia es el entorno humano para asimilar y afrontar los cambios", finaliza.


Cuatro escenarios a enfrentar en familia


1. Un nuevo humanismo.


De preparar niños y jóvenes en ciencia y tecnología para que desempeñen un oficio, desde la familia se buscará un nuevo humanismo, para que las personas se conozcan también a sí mismas. "No podemos hacer de los hijos máquinas de producción, hay que enseñarles que ellos son los protagonistas del mundo", dice Sierra. No se debe sacar a los hijos prematuramente del núcleo familiar para meterlos al educativo. Hay que ampliar el tiempo de educación en casa para que tengan más bagaje familiar.


2. Respeto por la vejez.


Esa percepción errónea de la juventud como la época más maravillosa (y la única buena) del ser humano, debe cambiar desde la familia. Se ha institucionalizado el concepto de que tener calidad de vida es ser bello, joven y tener riqueza para comprar. Eso hace que los jóvenes tengan una percepción muy regular de la edad adulta y la vejez. En el futuro la gente debe entender que ninguna época de la vida debe ser más plena y placentera que la vejez, pues es un tiempo en que ya se puede disfrutar todo lo aprendido. En familia se deben fomentar esos valores.


3. Tiranía de las encuestas.


"Estamos bajo la tiranía de las estadísticas", dice Sierra. A la gente se le imponen estilos de vida con base en estadísticas. Una encuesta dice, por ejemplo, que en países como Estados Unidos el 50 por ciento de la gente se divorcia a los cinco años de matrimonio y entonces se trata de imponer eso como una pauta de vida. Y así con muchos temas. Las cosas se vuelven correctas si las hace la mayoría. En el futuro, también desde la familia, se debe eliminar esa tiranía de las estadísticas, para que las personas sean libres y soberanas de decidir lo que les parece correcto o incorrecto.


4. Ser más que parecer.


Vivimos una cultura donde es más interesante parecer que ser, eso se comprueba con la moda de la cirugía plástica y el deseo de la gente por aparentar. Se debe lograr que las personas sean más auténticas y aparenten menos, que se sientan a gusto con lo que son, que la moda no sea una tiranía. En el tema de las relaciones interpersonales la gente no tendría porque estar tratando de imitar a alguien, que es lo que se ve ahora; eso es una señal de mediocridad. La familia debe promover que las personas desarrollen su propia condición, estilo y forma de ser.


TATIANA MUNÉVAR B.

SUBEDITORA DE VIDA DE HOY


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William Requejo Orobio

domingo, 7 de septiembre de 2008

La pobreza no la hacen los pobres

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“Es preciso abandonar el punto de vista del ave y tratar de adquirir la perspectiva del gusano. Sólo a partir de la observación del mundo real desde su misma base se puede actuar para mejorarlo”, nos decía el profesor Yunus, premio Nobel de la Paz, al explicar en nuestra universidad cómo se había gestado su proyecto de los microcréditos.

Lo orientó para erradicar la pobreza desde su raíz y esa revolución no hace más que extenderse por cerca de 100 países. El banco Grammen tiene más de siete millones de prestatarios, el 97% de ellos son mujeres, la mayor parte analfabetas. Es uno de los bancos con menor número de morosidad del mundo. El banco funciona en más de 100.000 pueblos de países con las economías más variadas, porque la pobreza no sólo pertenece a los países subdesarrollados o, mejor dicho, empobrecidos.

Porque eso del “desarrollo” no deja de ser un modelo que puede cambiarse ya que ni es absoluto ni sus frutos han sido positivos para la gran mayoría de la humanidad sino que, una vez más, los ricos lo han sido en gran parte a costa de los pobres explotando sus riquezas naturales y su mano de obra, a los que califican de “recursos”. Porque la pobreza no la crean los pobres, la pobreza la crea un sistema inhumano por insolidario.

Los beneficios de los microcréditos se han manifestado en la educación de los niños. En Bangladesh, por ejemplo, el 100% de los niños con familias que disfrutan de ese sistema de producir bienestar y riqueza están escolarizados. También ha influido en la nutrición, en la salud y en una paternidad/maternidad responsables. Ya no rige el arcaico principio de que “cuántos más hijos, mejor”, para echar una mano en los campos y para asegurarse, con los que sobrevivan, una asistencia en la ancianidad. La situación de las mujeres ha cambiado completamente, antes se escondían en las casas, ahora son mujeres activas, mujeres que hablan y que toman decisiones. Las viviendas han mejorado gracias a los préstamos para su mejora.

El principio básico es que, si bien no es posible ayudar a la gente a salir de la miseria de la noche a la mañana, ni mediante una revolución, lo que sí se puede hacer es influir en la vida de una persona al menos en el transcurso de un día. Puede sonar a utópico, y lo es en el sentido de que utopía es “lo que no existe, todavía”. A diferencia de la quimera o de las fantasías oníricas o embaucadoras apoyadas en ideologías falaces o en supersticiones que sólo sirven para mantener a las gentes sometidas para que no piensen ni razonen y así no puedan llegar a la verdad de que son personas con derechos sociales.

Toda persona, por el mero hecho de serlo, tiene derecho a encontrar alimento, a encontrar trabajo, a encontrar vivienda y cuidados sanitarios, así como a disfrutar de una pensión vitalicia que asegure su vejez en dignidad y afecto en el seno de la comunidad que, de una manera u otra, ha contribuido a construir. Así es y no porque así nos parezca, es un principio connatural al hecho de ser persona. De ahí surge el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad.

Es evidente que el ser humano no ha nacido para cuidar de sí mismo únicamente, sino para participar en la comunidad. Disponemos de esa capacidad, pero no queremos aplicarla porque no creemos en ella y seguimos moviéndonos por los fantasmas de nuestra imaginación que es terca y obstinada. Tenemos que creer que es posible un mundo sin pobreza y, mucho más, sin miseria. Antes de crearlo, tenemos que ser capaces de imaginarlo porque nada grande se ha hecho realidad si antes alguien no lo soñó primero.

En tiempos de la esclavitud, del sometimiento y discriminación de la mujer, de la pretendida superioridad de unas razas sobre otras, de unos sistemas sobre otros, nadie excepto los sabios y los visionarios valientes, se atrevían a pensar que era posible una sociedad estructurada sobre los principios de la justicia, de la libertad, de la igualdad y de la solidaridad.

Hoy vemos esa realidad en más de treinta países con cerca de mil millones de habitantes. Pero restan cerca de cinco mil millones de seres humanos que forman parte de nuestra familia, de la única familia sobre el planeta. Ni hay pueblos escogidos, ni razas superiores, ni destino que no podamos agarrar por el cuello y transformarlo, como escribía Beethoven a una amiga.

No podemos, porque no queremos. Otro mundo es posible porque es necesario y lo que es necesario puede encontrar los instrumentos para llevarlo a cabo. Es un quehacer inaplazable, como la libertad y el derecho a la felicidad. Esto es, a ser uno mismo en un ámbito general de solidaridad y de justicia. Para que nuestros hijos y nietos no nos consideren culpables al visitar los “museos” de la pobreza y de las guerras, y se preguntarán por qué permitimos que esto sucediera.

Texto tomado del Diario Panorama

José Carlos García Fajardo *
(*)Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM


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William Requejo Orobio

jueves, 4 de septiembre de 2008

Mi experiencia en Unión Vecinal


Hacer un recuento de mi experiencia en Unión Vecinal Para la Participación Ciudadana, es también hacer un recorrido por muchas emociones que he vivido en estos últimos tres años, a raíz de mi encuentro con un grupo de personas dedicadas al trabajo con la gente sin mas beneficio que la satisfacción de hacerlo bien.

Llegué a la organización a través de un amigo que me invitó para dictar un taller en una comunidad en Caracas… en ese momento se trató sólo de eso: dictar un taller en el 23 de Enero. La experiencia del taller fue placentera y gratificante, pero mi atracción hacia la organización comenzó cuando asistí a una reunión para compartir vivencias e inquietudes a partir de los talleres dictados; conocí a otros facilitadores y pude observar el interés por ser cada vez más efectivos en la actividad de los talleres y en prestar un servicio que tuviera impacto positivo en los participantes.

Continué asistiendo a talleres y comencé a vincularme de manera más cercana con la gente que conformaba la Junta Directiva de Unión Vecinal y fue cuando me enamoré de mi organización: me relacioné con un grupo de gente trabajadora que hace un trabajo de hormiguita… podemos decir que su único, pero inmenso recurso, es el gran amor con que hacen lo que hacen, siempre con alegría y en búsqueda del bienestar colectivo de las personas para quienes trabajan. Y decidí que no quiero ser una asociada más, sino una asociada como ellos y por eso, me siento ganada y a la vez comprometida para que nuestra organización sea cada vez más una referencia de responsabilidad y congruencia, así como de dedicación a contribuir sistemáticamente al fortalecimiento del capital humano en todos aquellos espacios en los cuales podamos actuar, con miras a ampliar nuestro ámbito de acción para beneficio de la gente, de manera de hacer honor a nuestro lema de “construir puentes gente con gente”.

Siendo activa en Unión Vecinal he tenido la oportunidad de trabajar en diferentes comunidades de Caracas y de viajar al interior del país y cada vez ratifico mi creencia de que sólo trabajando directamente con la gente podemos conocer sus inquietudes para así estar en permanente revisión y reestructuración de lo que es nuestro trabajo, pues creemos que necesitamos estar siempre en mejoramiento continuo, de manera que podamos fluir con los cambios.

En ese fluir, viviendo la experiencia del día a día en nuestras comunidades, ratificamos nuestro convencimiento de que hoy, mas que nunca, necesitamos trabajar con las personas de manera de contribuir a potenciar sus fortalezas, su formación para el ejercicio de su ciudadanía y su desarrollo personal, todo ello como una manera de aportar para logar actitudes de prevención de la violencia. En ello estoy comprometida.

También ha sido un aprendizaje la manera como Unión Vecinal se mantiene en permanente relación con otras organizaciones similares a fin de participar en esas redes que como ciudadanos necesitamos fortalecer para tener el país que deseamos y merecemos.

Estar en Unión Vecinal es una invitación permanente a hacer cosas, a vincularse con la gente y a crecer. Puedo sentir mi energía moverse para avanzar y cada logro que obtenemos lo vivo como un impulso que me dice que vamos por el camino que se planteó la organización desde su nacimiento … Y yo quiero estar allí participando.

Zoraida Pacheco de Martínez.

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Zoraida es actualmente nuestra Directora de Organización y Proyectos.

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unionvecinalpc@gmail.com

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Dime cuánto te respetas…

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El verdadero respeto se gana con respeto. Sobre él se pueden construir grandes obras, relaciones y equipos de trabajo. Sin él, las relaciones son frágiles, efímeras y complicadas. Quien se respeta a sí mismo obtiene el respeto de los demás, incluso en el manejo de situaciones de crisis, en las que este valor es puesto a prueba en toda su dimensión.

Una vez que este principio se rompe, salen a flote muchos males que a lo mejor estaban camuflados: ira, envidias, celos, falsos orgullos, egocentrismos, inseguridades, temores y desconfianza, entre otros.

Un miembro de un equipo que se respeta a sí mismo percibe de inmediato cuando el diálogo no es honesto y directo y lo expresa; por eso entre gente así, respetuosa, hay discrepancias, pero no se flaquea en mantener la altura de la conversación.


Una líder espiritual en India, Dadi Janki, dice: "¿Cómo adquirir respeto por mí mismo? Teniendo pensamientos positivos y alentándome a crecer y cambiar para mejorar.

Exigir respeto simplemente por mi posición no es más que arrogancia.

Por el contrario, si escucho con humildad a los demás y valoro sus opiniones, me gano su respeto. Recibo exactamente lo que doy".


Quien tiene un concepto muy claro de su dignidad no necesita que se la ratifiquen desde afuera, y menos de parte de quienes no poseen los dones de la prudencia y la ecuanimidad.


Las crisis nunca se resuelven con insultos, juicios de valor, intransigencias, fanatismos, ni exoneraciones de culpabilidades propias.

Sin sensatez cada cual defiende su verdad sin entender la del otro; sin silencio en los labios no se puede escuchar.


Un grito entre dos personas que están físicamente cerca es una manifestación de la distancia emocional a la que se perciben estar.

Los equipos que seriamente deseen alcanzar un alto desempeño, necesitan establecer el respeto como pilar de toda conducta.


En ellos, sus miembros se entregan al máximo, sin mentir sobre sus condiciones y con absoluta fidelidad a sus principios y al equipo.

Los valores rigen las relaciones y se descartan manipulaciones y juegos ocultos de poder.

La tolerancia a la diversidad enriquece la sana fricción de ideas y la alta autoestima de sus actores facilita que los cambios de ruta y de formas de trabajo no se confundan con derrotas para sus egos.


El respeto es un pasaporte al crecimiento, a la renovación necesaria, y a mejores niveles de desempeño. "Aunque toda sociedad está basada en la intolerancia, todo progreso estriba en la tolerancia"; esta reflexión de G.B. Shaw nos reitera que, en los equipos que aspiren a grandes logros, sus jugadores primero deben preguntarse mutuamente: "Dime cuánto respeto te tienes y te diré qué tan lejos podremos llegar".


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William Requejo Orobio