lunes, 25 de agosto de 2008

Educar, educar y educar.

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Al igual que otros muchos periodistas extranjeros, hice mi peregrinación a Finlandia para averiguar cómo hizo este país para trepar a los primeros puestos de los escalafones internacionales que evalúan el éxito social, económico y político. La respuesta, me enteré, es sorprendentemente simple.
Finlandia ocupa el primer puesto en el índice de Transparencia Internacional sobre las naciones menos corruptas; es el primero en el escalafón de Freedom House de los países más democráticos; el primero en los exámenes internacionales de ciencia realizados por estudiantes de 15 años, y está entre las 10 economías más competitivas, según el Foro Económico Mundial.
Un país pequeño, con solo 5,3 millones de habitantes, que hace apenas dos décadas era el más pobre del norte europeo, Finlandia también puede jactarse de ser la sede de la empresa de celulares más grande del mundo —Nokia— y de tener las empresas papeleras y de pulpa más innovadoras del planeta.

El éxito finlandés ha provocado curiosidad, especialmente en Latinoamérica, donde la mayoría de los países aún no han hecho la transición de ser exclusivamente exportadores de materias primas a convertirse en productores de alta tecnología.

¿Cómo lo hicieron?, le pregunté a la presidenta de Finlandia, Tarja Halonen. “Puedo resumirlo en tres palabras: educación, educación y educación”. En las últimas décadas, Finlandia invirtió más que casi todos los otros países en la creación de un sistema educativo gratuito. Eso le permitió pasar de ser una economía agraria a tener una industria de tecnología de avanzada.
¿Y cuál es el secreto de su sistema educativo? Entre otras cosas, el excelente nivel de capacitación de los maestros de escuela primaria, dijo ella. “Tenemos una larga fila de expertos internacionales que están haciendo cola frente a las puertas de nuestro Ministerio de Educación para ver qué pueden aprender de nuestro sistema”.
Por lo que vi, los maestros están relativamente bien pagos y gozan de gran respeto social. Es necesario tener al menos una maestría para enseñar en la escuela primaria, y una licenciatura para enseñar en el kindergarten. Solo uno de cada 10 postulantes es admitido en la carrera universitaria de Educación.
“La profesión docente se está haciendo cada vez más popular, especialmente entre las mujeres”, me dijo Ossi Airaskorpi, director de la escuela Juvanpuisto, a casi una hora en auto de Helsinki. “En las décadas de 1980 y de 1990, todo el mundo quería ser ejecutivo. Ahora, todos quieren ser maestros. Así pueden hacer parte de su trabajo en casa, cobrar un salario relativamente bueno y tener dos meses y medio de vacaciones por año”.
En una visita a un aula de primer grado de la escuela Juvanpuisto, vi a una maestra dictando clase, mientras una asistente estaba sentada en una de las mesas con un grupo de niños y les susurraba al oído para ayudarlos a entender algo que no habían captado. En una pequeña aula contigua, una ‘maestra especial’ daba una lección personalizada a una niña que necesitaba apoyo adicional. Las clases individuales ayudan a reducir la brecha entre los buenos estudiantes y los que no son tan buenos, lo cual ayuda a explicar por qué Finlandia obtiene tan buenos resultados en los exámenes internacionales.
Así mismo, las escuelas usan un programa de computación al que los padres pueden acceder para recibir los últimos reportes sobre sus hijos, como por ejemplo si faltaron a la escuela, usaron su teléfono celular en clase o deben hacer una tarea especial para el día siguiente.
Mi conclusión: Finlandia podría ser un excelente ejemplo para los países latinoamericanos que quieren convertirse en exportadores de productos de alta tecnología. Les sería muy útil recordar los tres secretos: educación, educación y educación.
por: Andrés Oppenheimer -
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William Requejo Orobio

sábado, 9 de agosto de 2008

Democracia Participativa ¿Mito o Realidad?

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La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en 1999, destaca la participación como un derecho político y propone un modelo de estado y de gobierno participativo, descentralizado y garante de los derechos humanos en el sentido más amplio del término.



En su concepción, la democracia participativa surge como forma de democratizar el poder y promover la intervención de ciudadanos y ciudadanas en la formación de políticas, así como en la planificación y gestión de programas y servicios.

Con el propósito de promover la reflexión en torno a los avances experimentados por la democracia venezolana a nueve años de la aprobación del nuevo texto constitucional, las lecciones aprendidas y los caminos por recorrer en la difícil pero importante tarea de transformar a la ciudadanía en protagonista de su desarrollo individual y colectivo, la Unión Vecinal para la Participación Ciudadana, con el apoyo del Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS) y la Asociación Civil Convite, organizaron el Foro titulado "Democracia Participativa: ¿Mito o realidad?".


Durante el evento más de cien cincuenta personas, entre vocero(a)s de los consejos Comunales, líderes vecinales, representantes de ONG y de movimientos estudiantiles, deliberaron sobre las principales interrogantes surgidas en torno a la experiencia participativa venezolana, tales como:

¿Está realmente la sociedad venezolana transitando hacia una democracia participativa y protagónica?, ¿se han alcanzado mayores niveles de equilibrio entre la sociedad civil y el Estado?; las características de nuestro liderazgo político, ¿son las necesarias para estimular la participación y el empoderamiento ciudadano?; ¿qué rol deben asumir la ciudadanía y los partidos políticos para profundizar una democracia que equilibre la participación y la representación?; ¿cuál es el papel que están llamados a cumplir lo(a)s ciudadano(a)s en los procesos electorales más allá del acto de votación?; ¿son los Consejos Comunales verdaderas instancias de participación y de promoción de valores y principios democráticos?; ¿cuáles son sus debilidades y cómo superarlas?

Liderazgo Democrático.

Desde esta perspectiva y como contribución a la vida sociopolítica del país, proponemos un liderazgo que básicamente se centra no en “un sujeto” sino en “el sujeto”. Se trata de un liderazgo centrado en la persona, es decir, en cada quien, para el logro de una ciudadanía justa y respetuosa que apoyándose en el esfuerzo personal nos facilite la estructuración de una vida democrática.

La democracia –que en el fondo no es más que un procedimiento que legitima la distribución del poder en la sociedad- requiere de la participación de los ciudadanos. Pero un ciudadano no es un habitante cualquiera es, bien mirado, un grado. Un ciudadano es una persona capaz de concebir y de priorizar otros intereses materiales que están más halla de sus intereses inmediatos, convirtiéndose en una persona que guiándose por el principio de la solidaridad, participa y coopera con el funcionamiento de su sociedad.

Para su funcionamiento la democracia necesita ciudadanos y no simple individuos. Razón por la cual necesitamos implementar un tipo de liderazgo más horizontal y mucho más plano que permita la estructuración y desarrollo de una comunidad en la que transcurra nuestra vida democrática.


Para llegar a establecer una sociedad democrática es esencial la transformación de los individuos en ciudadanos. Para ello es necesario dejara atrás un tipo de liderazgo que nos anula como individuos y que no permite el desarrollo de nuestras mejores capacidades para proyectarnos como ciudadanos en nuestro entorno social.


Nos interesa un liderazgo diferente a todo lo habido que posibilite una salida al problema de la pobreza y la desatención institucional de los derechos fundamentales de las personas. De ese modo podrían llegar a afirmarse en nuestra realidad individuos críticos y autónomos, activos y cooperantes, que deliberen a partir del principio de la tolerancia como una guía suprema de reconocimiento de lo que en nuestra realidad es diferente.


Desde estos espacios queremos promover el sentido de un nuevo liderazgo en el país. Insistimos, no se trata del liderazgo de una persona su maquinaria y sus seguidores. Se propone a cambio algo más contundente y seguro: el liderazgo de una cultura democrática centrada en el poder del ciudadano, la autonomía, el diálogo y la comunicación, el amor y el respeto por el mundo y, finalmente, el interés común.

Todos ellos elementos propiamente democráticos que asumidos como valores bien nos pueden guiar hoy en la realización de una vida en comuna entre los venezolanos. La sociedad que pueda brotar de ello, sin lugar a dudas, inspira confianza.

El poder del ciudadano.- dentro de esta concepción el poder es entendido como una relación y no como un atributo de los actores sociales. Tan sólo puede manifestarse mediante el inicio de una relación en el ámbito público en cumplimiento de un propósito en común.

El poder aparece allí donde los hombres se reúnen con el propósitos de realizar algo en común, mediante acuerdos y pactos, y desaparece cuando por la razón que sea, se dispersan o se separa.


Esto quiere decir que el poder es un fin en sí mismo y que se manifiesta como protección y promoción de la libertad del hombre, al activar la voluntad de los ciudadanos, al permitir que desarrollen su espíritu colectivo y se asocien entre sí.


El poder del ciudadano es el elemento que dinamiza las instituciones y garantiza la vitalidad de los cuerpos intermedios. Aunque lo mejor que podríamos decir aquí acerca de la noción que estamos presentando de “el poder del ciudadano” es que su mayor virtud consiste en que impide el despotismo.

El segundo elemento constitutivo del liderazgo de una cultura democrática esta representado por “La autonomía”, esto es, esa especial condición del individuo de ser capaz de responder con criterios propios ante las situaciones de su vida. “Ser capaz” significa poder actuar libremente sin coacción alguna.

La democracia recurre a ciudadanos autónomos que asumen por sí mismos todas las decisiones de su vida privada o pública, habida cuenta que es a partir de esa capacidad de autodeterminación y de autogobierno de sí, como realmente mejor puede la persona contribuir a una vida en comuna.


El tercer elemento lo constituye “El diálogo y la comunicación”. En estos tiempos en que la razón ya no es más “monológica” sino una realidad “dialógica”, lo único racional en este mundo sería el encuentro pacífico y constructivo de lo diverso.


Es decir, que lo racional sería aquello que es el resultado de la puesta en común de los distintos puntos de vista asumidos por los integrantes de una comunidad política. Desde luego la condición de posibilidad del diálogo es la pluralidad.



De manera que el diálogo, por cuenta de la palabra, es el único medio lícito que disponemos para poder transmitir y persuadir a los otros de todo aquello que juzgamos acerca del mundo, y que, por ende, también lo consideramos universalizable, esto es, válido para todos los demás.


Sin duda alguna, la vida política y convivencial de la democracia es el reino de la palabra; en cambio la violencia es muda por definición


El cuarto elemento lo constituye el “amor por el mundo”. Es importante señalar que por el mundo entendemos aquí lo que aparece en público con nuestras acciones, y todo aquello de lo que podemos dejar testimonio al actuar en el escenario de la vida pública, en la arena política. Visto así amor por el mundo supone, pues, asumir un cuidado especial por él. Nos referimos a la responsabilidad de ocuparse del mundo hoy, según él ha sido, y de preocuparse por él, según su mañana.


El quinto elemento lo configura el “interés común”. Este supone de parte de nosotros la actitud de una especial sensibilidad hacia la solución de aquellos problemas que nos competen a todos porque expresan injusticias condenables desde la óptica de una ética humanista. El interés común exige de nosotros mostrar devoción por el bienestar de la sociedad, dando señales de estar ejerciendo con ello una ciudadanía responsable y de estar promoviendo la estabilidad y la cohesión social.


El interés común nos habla de los problemas de los menos aventajados y de todas aquellas personas que siempre resultan perjudicadas por las gestiones mezquinas y autoreferenciales de la economía, tanto la pública como la privada. Nos habla de la inseguridad en las calles, de la degradación ecológica, de la minusvalía de la vejez, etc., con el fin de sensibilizar al conjunto de la población acerca de la necesidad de polarizar las acciones e intereses individuales, poniéndolos en función de una mayor movilización hacia la solución de estos problemas que representan el interés común, porque su solución se corresponde con un mayor grado de bienestar para la comunidad en general y porque al final de cuentas esto representa una mayor felicidad social y colectiva para todos.




Democracia Participativa.

Si la democracia se entiende como el sistema de gobierno donde el poder público se ejerce por la voluntad de los ciudadanos y para todos los ciudadanos o bien, si se le define como el mejor sistema de vida a través del cual los ciudadanos pueden contrastar ideas y resolver sus conflictos sin violencia, proteger sus libertades y hacer valer sus derechos en igualdad de condiciones y oportunidades, ¿no es la participación la forma en la que los ciudadanos pueden expresar concretamente su voluntad o reivindicar la voluntad general, interactuar con otros para exigir y lograr que estas voluntades se conviertan en derechos y hacerlos respetar del poder de los otros?


La participación es un elemento inherente a la democracia, ¿por qué haría falta entonces enfatizar en este elemento? ¿Quizá porque se trata de una causa y no de un recurso retórico para recordar sobre lo que es esencial? Es decir, se trata de un proyecto de participación en un contesto democrático. ¿Pero, de qué tipo de participación estamos hablando? Pareciera que no se trata de cualquier tipo de participación, sino de una que profundice o haga avanzar los valores y la práctica democrática. Y, particularmente en Venezuela y America Latina, pareciera que es una participación no subordinada al Estado, ni parcial a los intereses económicos e ideológicos de grupos o movimientos específicos. Este tipo de participación requiere de una sociedad civil y de una institucionalidad democrática más vigorosa.



La participación.

La participación es un acto de la vida social, de naturaleza política y de carácter público. Se hace o se propicia para el encuentro e interacción entre sujetos con el fin de debatir e influir en cursos del destino comunitario y social. Tiene sentido en la vida pública, porque es allí donde estos cursos se legitiman para el interés general y tienen repercusiones en el acatamiento colectivo. No es posible llamar participacion algo que solo una persona o un grupo conoce. Es un acto sociable y de involucramiento en la vida social, orientado hacía propósitos y objetivos de referencia colectiva.



La sociedad civil como campo de participación.
La sociedad civil puede ser definida como el campo de la participacion ciudadana que adopta como lema o causa las virtudes y los significados esenciales de la democracia. La sociedad civil no se refiere estrictamente a un grupo de organizaciones, sino más bien a una conducta o acción de carácter asociativo, que se proyecta de múltiples formas hacia el interés general o público, visto desde la perspectiva de lo que concierne a la soberanía, las libertades, los derechos y la vida de los ciudadanos.

El interés de esta participacion no es, por ejemplo, defender o promover la particularidad de los intereses que mueven a los ciudadanos de manera individual u organizada, sean éstos sociales, religiosos, culturales, económicos o políticos, sino el que se reconozca, respete y garantice la libertad y el derecho de todos los ciudadanos a su promoción y defensa.
Es una participación que se hace a través de vínculos con el Estado, por su condición de garante del interés general y sus métodos se ubican en el ámbito de la influencia o la incidencia política y no en el ejercicio del poder. Por eso se le considera una participacion donde predominan elementos comunicativos.



Los debates suscitados en el evento, contaron con el estímulo de un selecto grupo de ponentes como Jorge Tricás, Yolanda D'Elia, Miguel González Marregot y Andrés Coba.


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William Requejo Orobio

miércoles, 6 de agosto de 2008

“El carácter Biológico de las Caricias”



En la sala Feijoo colomine de la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela se llevo a cabo un Conversatorio que tuvo por título, “El carácter Biológico de las Caricias”, el cual fue dictado por, Jesús Ramírez, con la participación de Carmen Teresa Rendón, miembros activos de Unión Vecinal.






En este encuentro se abordó el tema de las Caricias como acto fundamental de supervivencia, de la NECESIDAD de acariciar y ser acariciado tanto de forma verbal, no verbal y física. La potencia de las caricias radica que el desconocimiento de su Potencia se traduce en un efecto de abstinencia. Su Re-aprendizaje es posible y necesario para asegurarnos una vida plena y saludable.



Estamos planificando llevar este Conversatorio, así como otras ponencias hacia las comunidades a través de UNION VECINAL.

Jesús Ramírez






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domingo, 3 de agosto de 2008

Ciclo de Talleres "Resolucion de Conflictos"

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“Resolución de Conflictos en Tres Niveles: Emoción, Palabra y Acción”


Unión Vecinal, conjuntamente con el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS), organizamos un ciclo de talleres sobre resolución de conflictos en diversas parroquias de la Gran Caracas.


En el marco de cuatro talleres, más de 125 líderes vecinales de las parroquias Santa Teresa, El Paraíso, Catia, El 23 de Enero, El Junquito, Sucre, El Guarataro (San Juan) y Guarenas, Guatire, entre otras, adquirieron habilidades para solventar asertivamente situaciones conflictivas que comúnmente se presentan en la difícil tarea de conducir procesos de desarrollo comunitario.


La participación de la ciudadanía en la toma de decisiones vinculada con el desarrollo comunitario, exige el manejo de conocimientos y herramientas que posibiliten conducir exitosamente determinadas negociaciones y resolver conflictos en realidades sociales caracterizadas por la diversidad de intereses y por la complejidad de sus problemas.




En la Venezuela actual donde se pretende impulsar una verdadera democracia participativa, los líderes comunitarios y ciudadanía en general están obligados a negociar y a resolver conflictos desde distintas instancias y con distintos actores.







Desde los consejos comunales para conciliar prioridades y canalizar recursos en función de las mismas.


Desde las Asociaciones Vecinales y otras formas asociativas de organización para exigir bienes y servicios a los organismos públicos;


En fin, entre los mismos ciudadanos y ciudadanas para hacer prevalecer intereses colectivos sobre los individuales.


Los asistentes a los talleres manifestaron (en una gran proporción) que las estrategias aprendidas son aplicables en lo inmediato a su vida y entorno personal y que constituyen una extraordinaria herramienta para la prevención de la violencia.





Este trabajo fue reconfortante para nosotros, ya que el poder enseñar un abordaje diferente a la resolución de conflictos para prevenir la violencia y que estas enseñanzas fuesen de aplicación inmediata por los participantes, nos produce mucha satisfacción, amén de estamos contribuyendo con la prevención de la violencia en nuestro país.





El abordaje del tema desde la óptica de la responsabilidad individual, ha significado un aporte para los diferentes grupos con los cuales hemos interactuado, dado que hemos visto con frecuencia que para algunas personas la violencia “esta afuera”, “que los violentos son otros” y que “esos otros” necesitan y deben cambiar.



El considerar que la violencia puede estar presente en cada uno de nosotros y que en ese caso existe la posibilidad de atender tal situación a través del auto conocimiento, ha sido para un cierto número de personas un descubrimiento asombroso y al mismo tiempo comprometedor dado que se produce en ellos un proceso de darse cuenta de la responsabilidad individual en el proceso de la prevención de la violencia,


Más allá de las políticas públicas, las cuales, si bien son indiscutiblemente necesarias, requieren el concurso de todos para lograr mayor efectividad.


Con el uso de los recursos que proporciona el taller de Manejo de conflictos, los participantes reportan frecuentemente el impacto que para ellos tiene el reconocimiento de la propia emocionalidad, así como la de los otros, para el manejo asertivo de los conflictos.


La resolución de conflictos como una estrategia para buscar la paz individual, en la familia y en las comunidades es una necesidad.



El manejo de las emociones para disminuir los conflictos es una herramienta, que junto con las estrategias para el diálogo, busca una comunicación satisfactoria como una forma de evitar la pérdida de energía y en consecuencia de la salud individual. Son estos los propósitos del taller de resolución de conflictos.


El hecho de recibir información de los sistemas cerebrales y de la naturaleza u origen de los conflictos, así como exponer que la emocionalidad, propia de los humanos, es la detonante en el surgimiento de los conflictos, les impacta a los participantes, quienes demuestran abiertamente el interés en continuar su formación.


Estamos totalmente convencidos, y los reportes de nuestros participantes nos lo corroboran, que podemos contribuir de manera efectiva y significativa en las comunidades con las cuales interactuamos, a través del mantenimiento y expansión del programa de Foros y talleres de Manejo de Conflictos sustentados en el Cerebro Triuno y las múltiples inteligencias. Herramientas adquiridas desde el estudio y enseñanzas de las Dras. Elaine de Beauport y Aura Sofía Díaz, Directoras del Instituto MEAD de Venezuela.


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William Requejo Orobio